12.35
p.m. Un habitante cualquiera, montado en su carro, con el aire
acondicionado encendido y las ventanas cerradas, mira por el parabrisas
de su auto, rogando para que al fin el trancón avance y pueda llegar
rapido a su destino. Más adelante, un vendedor de bolis y bolsitas de
agua a $100, se coloca al lado de un mototaxista y su pasajera, gritando
la consigna necesaria para que cualquiera de los dos, le compre algo
que le ayuda a pensar que este día no es un día tan malo despues de
todo. Algo que le ayude a mantenerse pobremente en las lomas de la
Popa. Mientras tanto yo, un ciudadano preocupado, en una buseta, con
una champeta de fondo, los tres vendedores montados en el bus en fila
india entre los pasajeros que van de pie (menos mal alcance a sentarme
en una silla) y ese olor nauseabundo que despiden los charcos de agua
que pululan ese sector del mercado de bazurto, cierro los ojos tratando
de hacer un lado el olor y concentrarme en el cómo: ¿Cómo es que se
destruyo la ciudad que amaba?
(Y
si, la amaba. Aunque aún no puedo decir que ya la deje de amar. Es
más, creo que lo que siento por la ciudad, puede ser comparado con lo
que siente una mujer la cual es maltratada fisica, verbal, emocional,
economica y psicologicamente que "ama" a su pareja y no se imagina un
mundo posible sin ella: Tampoco imagino un mundo posible sin mi
bienamada Cartagena de Indias.)
Cuando
cierro los ojos logró recordar que, a pesar de no contar sino con una
Pedro de Heredía no tan amplía y mas bien angosta y con una avenida del
Bosque que apenas estaba en proceso de modernización, la gente podía
movilizarse sin tantas complicaciones de un lado para el otro. Los
taxis, aunque siempre han cobrado lo que han querido, eran muchisimo mas
racionales con el cobro de las distancias entre un lado y el otro, y el
mototaxismo ni siquiera se asomaba por la imaginación del mas
costumbrista de nuestros escritores y columnistas, y muchisimo menos, se
había engendrado el conocido monstruo por los cartageneros como
Transcaribe.
No
se por que al recordar todo esto, de repente salta a mi mente la imagen
de The Blob, aquel alienigena que aterrorizó a muchos por alla a
finales de los años 50 en las salas de cine. Ese monstruo, amorfo e
imparable, consumía todo aquello que se atravesaba a su paso.
Mototaxis, taxistas que llevan a donde quieren y cobran lo que quieren,
un Transcaribe que nunca termina, es The Blob de la Cartagena que amé.
Fue este particular The Blob lo que empezo a tragarse a esa imagen
idilica que tenía de Cartagena (a pesar que ya conocía de la misería que
pulula en la ciudad y la desidía de nuestros gobernantes) fue, digamos,
la gota que reboso la copa.
La
movilidad en Cartagena es un enorme,lento y terrible monstruo que se
esta enguyendo de a poco la conciencia (cada vez mas adormecida) de
todos y cada uno de los habitantes de la que inteligentemente Medina
Reyes nombrará como "Ciudad Inmóvil". Más alla de consideraciones
etiologicas, lo de inmovil cada día marca mas el destino de la ciudad
que se pierde entre los cerros de mierda que la van cubriendo.
En la pelicula original de 1958, los humanos derrotaron a The Blob con
el frio producto de la expulsión de muchos extintores accionados al
tiempo. Yo, de regreso a la realidad me pregunto: ¿Será que se acabaron
la reserva de extintores para matar este enorme monstruo que nos
carcome?