jueves, octubre 04, 2018

The Blob

12.35 p.m.  Un habitante cualquiera, montado en su carro, con el aire acondicionado encendido y las ventanas cerradas, mira por el parabrisas de su auto, rogando para que al fin el trancón avance y pueda llegar rapido a su destino.  Más adelante, un vendedor de bolis y bolsitas de agua a $100, se coloca al lado de un mototaxista y su pasajera, gritando la consigna necesaria para que cualquiera de los dos, le compre algo que le ayuda a pensar que este día no es un día tan malo despues de todo.  Algo que le ayude a mantenerse pobremente en las lomas de la Popa.  Mientras tanto yo, un ciudadano preocupado,   en una buseta, con una champeta de fondo, los tres vendedores montados en el bus en fila india entre los pasajeros que van de pie (menos mal alcance a sentarme en una silla) y ese olor nauseabundo que despiden los charcos de agua que pululan ese sector del mercado de bazurto, cierro los ojos tratando de hacer un lado el olor y concentrarme en el cómo: ¿Cómo es que se destruyo la ciudad que amaba?

(Y si, la amaba.  Aunque aún no puedo decir que ya la deje de amar.  Es más, creo que lo que siento por la ciudad, puede ser comparado con lo que siente una mujer la cual es maltratada fisica, verbal, emocional, economica y psicologicamente que "ama" a su pareja y no se imagina un mundo posible sin ella: Tampoco imagino un mundo posible sin mi bienamada Cartagena de Indias.)

Cuando cierro los ojos logró recordar que, a pesar de no contar sino con una Pedro de Heredía no tan amplía y mas bien angosta y con una avenida del Bosque que apenas estaba en proceso de modernización, la gente podía movilizarse sin tantas complicaciones de un lado para el otro.  Los taxis, aunque siempre han cobrado lo que han querido, eran muchisimo mas racionales con el cobro de las distancias entre un lado y el otro, y el mototaxismo ni siquiera se asomaba por la imaginación del mas costumbrista de nuestros escritores y columnistas, y muchisimo menos, se había engendrado el conocido monstruo por los cartageneros como Transcaribe.

No se por que al recordar todo esto, de repente salta a mi mente la imagen de The Blob, aquel alienigena que aterrorizó a muchos por alla a finales de los años 50 en las salas de cine.  Ese monstruo, amorfo e imparable, consumía todo aquello que se atravesaba a su paso.  Mototaxis, taxistas que llevan a donde quieren y cobran lo que quieren, un Transcaribe que nunca termina, es The Blob de la Cartagena que amé.  Fue este particular The Blob lo que empezo a tragarse a esa imagen idilica que tenía de Cartagena (a pesar que ya conocía de la misería que pulula en la ciudad y la desidía de nuestros gobernantes) fue, digamos, la gota que reboso la copa.

La movilidad en Cartagena es un enorme,lento y terrible monstruo que se esta enguyendo de a poco la conciencia (cada vez mas adormecida) de todos y cada uno de los habitantes de la que inteligentemente Medina Reyes nombrará como "Ciudad Inmóvil".  Más alla de consideraciones etiologicas, lo de inmovil cada día marca mas el destino de la ciudad que se pierde entre los cerros de mierda que la van cubriendo.

En la pelicula original de 1958, los humanos derrotaron a The Blob con el frio producto de la expulsión de muchos extintores accionados al tiempo.  Yo, de regreso a la realidad me pregunto: ¿Será que se acabaron la reserva de extintores para matar este enorme monstruo que nos carcome?