El camino no se acaba...

Muchas veces uno tiende a pensar que las personas estan con uno por una
especie de inercia que nos lleva a todos hacia un mismo lugar. Es asi como
pensamos que no tenemos mas opcion que dejar que la vida nos lleve en el lecho
de su rio como barcos de papel sin timonel y a veces, es necesario que así
sea. Adormilamos nuestros sentidos, a la espera quizas de algo que nos
mueva, una brisa o un soplido que nos despierte de este sueño que damos por
sentado se llama vida. A veces, hay un soplido, o por lo menos una
simulación de este y en el rio hay movimiento: se crean olas y nos movemos
acompasados del sonido que trae consigo este aire, nuestro barco baila al compás
de sus emociones y sentimientos y creemos q este será el viento que nos movera
en nuestro rio por siempre, puede ser que no lo sea o que asi sea, pero eso
nunca lo sabremos. Mientras tanto, nos permitimos movernos a su compás,
sintiendo que este soplido lo unico q intenta es darnos un timon, una fuerza que
nos mueve y nos acompaña para ir creciendo, dejando de ser un barquito de papel
para transmutar y convertirse en otro. Y aprender a crecer. Crecer
no implica unicamente ser mas alto, o mas fuerte, o mas inteligente, implica un
proceso de convertirse en algo diferente, en un ser q puede mirarse hacia
adentro y es capaz de entender mucho mas de el mismo y del mundo q lo
rodea. Crecer implica cambiar significados, darle nuevos sentidos a lo ya
conocido, comprender que el mundo y quienes nos rodean no son algo absoluto y
que tambien ellos crecen y cambian. Alguna vez leí que amar no es
contemplar el rostro de quien amamos sino tomarnos de la mano y juntos mirar
hacia el horizonte. Ese es el verdadero amor que importa: el que es y deja
ser. Este es el verdadero antidoto contra la inercia. Crecer. Caminar con
los demas mirando hacia el horizonte.